Fan fic de novelas romanicas de vampiros constituida por 4 historias divididas en cuentos diferentes. Se advierte que puede tener contenido adulto (+18).
Image and video hosting by TinyPic

jueves, 16 de septiembre de 2010

Image and video hosting by TinyPic
Capitulo 1:

- Malditamente genial- murmuró entre dientes mientras comprobaba la hora en su reloj. No tenía paciencia para estar esperando de más. Era más que limitada esa capacidad y no tenía para desperdiciarla. La cazadora no era conocida precisamente por sus habilidades de tacto y socialización. Las cosas con ella eran o no eran y punto. Entre menos la cabrearas mejor. Esa era su filosofía y se apegaba a ella. Las 3 guerreras llevaban más de media hora esperando a la cuarta de ellas. Se suponía que antes de repartir terreno dividiéndose la ciudad en 4 partes para poder patrullar, se juntaba sobre la azotea del edificio más alto de la ciudad a la misma hora de siempre, sin excepción, era así cada noche. Al comenzar su trabajo con la puesta de sol, hasta que terminaba con el alba amenazándolas. Zoe volvió a comprobar su reloj como si los escasos minutos que pasaron fueran extenuantes horas. Las otras dos vampiras estaban tranquilas esperando que Zoe explotara y decidiera marcharse, cuando por fin llego la persona que faltaba. Las miradas de recriminación se posaron sobre su esbelta y agraciada figura. Estaba muy oscuro pero su sonrisa siempre presente no pasaba desapercibida nunca, lo cual fue un catalizador para que Zoe se enojar más por su ausencia.

-En vez de quedarte callada sonriendo como si fuera navidad deberías comenzar inmediatamente con tus escusas ¿no lo crees?- su tono de voz no era para nada amistoso, al contrario. Si Melanie fuera una humana mas, seguramente ya habría salido corriendo por su vida gritando por ayuda, pero no, ella solo se limito a sonreír más aun sabiendo que eso no sería lo más inteligente por hacer en ese instante, pero estaba en su ADN y no podía evitarlo.

-Solo no andaba con mi reloj y se me paso la hora- dijo con su voz un tanto melodiosa y despreocupada que tenía lo justo de tono infantil y determinación como para ser una voz que dominaría hasta a la más peligrosa de las fieras. Una figura de autoridad y respeto se interpuso entre ellas dos sabiendo que esto no terminaría nada de bien ya que no era la primera ni la última vez que pasaría esto. Selene era la única que podía detener todas las confrontaciones sin que se mataran entre ellas. Sus pies estaban puestos en la tierra y de ahí no se movía, a diferencia de las otras tres que solían perder la compostura muy seguido. Solo con el hecho de mirarlas significativamente sin pronuncias ni una palabra todas captaron el mensaje, o se dejaban de niñerías o no saldrían esta noche a trabajar y tendrían que quedarse por la noche encerradas en el cuartel general. A lo lejos se escucho una risa un tanto burlona. La última de las guerreras solía disfrutas de esas escenas hasta motivaba a que siguieran pero como Selene ya había hablado sabia que hasta ahí llegaba todo.

-Supongo que ya estamos listas para patear traseros oscuros ¿no?- el tono irónico de Elena ánimo a las demás a dejar de lado el malentendido. Como siempre se juntaron en medio de la azotea con el mapa de la ciudad extendido sobre una improvisada mesa conformada por una mohosa caja de madera.

Siempre tenían las mismas zonas. Selene la costa, Zoe las residencias cerca de las montañas, Melanie y Elena se dividían el centro de la ciudad. Melanie se quedaba por los aires vigilando mientras que Elena lo hacía por las calles directamente. No era una distribución al azar. Cada una iba donde estaba su fuerte. A diferencias de los demás vampiros civiles que circulaban las calles de Darkmoon ellas era guerreras de nacimientos. En su raza, las personas destinadas a protegerlos de las sombras, sus enemigos naturales, eran los que nacían con capacidades más allá de la comprensión humana y sobrehumana. Todas ellas al igual que otros defensores de los vampiros tenían algún poder en especial. El azar no había sido el encargado de juntarlas, sino el destino, ya que cada una de ellas controlaba un elemento. Por la manera en que se dividían la ciudad era muy claro que poder tenia cada una. Además, sus poderes determinaba marcadamente sus personalidades lo cual quedaba al descubierto la mayoría del tiempo, en especial con sus pelear de hermanas y compañeras.
Pero esta noche no era como las otras, esta vez decidieron rotar para poder manejar por completo el terreno. Ya habían descubierto con un pequeño accidente hace un par de días que al pasar casi 5 meses en la ciudad recorriendo los mismo parajes les había dejado un pequeño talón de Aquiles a su escuadrón. Pero lo positivo de asumir sus debilidades era que tenían la capacidad de fortalecer ese punto eliminando en mayor medida la posibilidad de fallar. Por un mes ellas intercambiarían por el lugar de la otra hasta completar el círculo de rotación pasando por cada uno de los lugares. Selene al azar repartió los lugares. Nadie rebatía nunca sus decisiones ya que siempre eran tomadas con sabiduría. Todas las vampiras confiaban a ojos cerrados en ella, hasta eran capaces de quedar ciegas por su líder. El tener esa especie de unión entre ellas donde ni la más fuerte de las armas podía separarlas era el punto fuerte de ellas.

- Elena tu toma las residencias de la montaña- murmuro Selene mientras miraba el mapa e ignoraba el gruñido de protesta de Elena, tratando de encajar bien las piezas del rompecabezas. – Zoe tu tomas mi puesto en la costa, yo voy por los cielos. Tu Mel bajas a las calles – aunque Zoe y Selene estaban muy ocupadas mirando el mapa, intercambiando quien sabe que comentarios estratégico, Elena no dejo pasar esa sonrisa de plena felicidad que tenia Mel luego de escuchar su nuevo terreno. Ella siempre sonreía pero esta vez era diferente. Era la sonrisa de una niña pequeña que logra esconder una de sus travesuras. Elena la miro con los ojos entrecerrados logrando que esta la mirara de vuelta. “Te estaré vigilando” vocalizo Elena y se fue a ver que tanto había en ese pedazo de papel que las tenía tan concentradas.

Melanie se maldijo mentalmente a sí misma. Estaba siendo muy obvia, demasiado considerando quiénes eran sus hermanas. Si bien cada una tenía su poder diferente, sus instintos estaban muy desarrollados y percibían hasta el último detalle. De hecho no sabía cómo había podido guardar su secreto ya por más de un mes. Lo tomaba más que nada como un logro personal. Listo ya todos los arreglos, las otras tres guerreras se juntaron con ella para completar esa especie de ritual que tenían desde ya hace tanto que parecía ser un acto natural como respirar. Selene abrió la boca para continuar con lo que seguía pero una vocecita que intentaba imitar su voz burlonamente apareció entre el silencio. No había falta mirar hacia quien era porque las tres ya sabían quién era la que solía hacer eso.

-“Cuiden sus espaldas y sus espadas, ni el mejor de sus enemigos tendrá compasión de sus almas…. Bla, bla, bla”.- luego de decir esto Elena se dio la media vuelta y caminó hacia el borde de la azotea dando zancadas furiosas pero elegantes a la vez como casi todo lo que hacía, refunfuñando para sí misma- Llego un siglo escuchándolo. Hoy me dan el lugar de doña ermitaña en el bosque y además quieren que soporte esto. Bah- sin mirar hacia atrás se lanzo edificio abajo. Aun considerando que eran más de 22 pisos a nadie le sorprendió que hiciera una de sus salidas dramáticas. A mitad del recorrido se teletransportaria en el bosque donde le fue asignado el terreno y seguiría gruñendo pero sin nadie que la escuchara. Lo cual era un martirio para ella ya que se había acostumbrado a estar con la multitud y el caos nocturno. Ni comparado con la tranquilidad del bosque y su zona residencian donde el llanto de un niño era lo más ruidoso que escucharía. No sorprendía que hubiera intentado suicidarse lanzándose de ese edificio. Luego que desapareció las otras tres vampiras mantuvieron sus actitudes de resignación por su comportamiento muy común y continuo. Pero no había mucho tiempo que perder.

- Para que gasto energía en seguir si fueguito ya arruino el discurso. Nos vemos al final de la noche- Selene se dirigió hacia el lado contrario por el donde se había ido Elena y sin más ni más desaparición en el aire como si fuera un acto de magia digno de un ilusionista. La tensión apareció a penas la ultima partícula del cuerpo de Selene desapareció. Zoe miro a Mel aun con una pisca de enojo acercándose a ella a paso letal, asesino. Mel se mantuvo en alerta pero no retrocedió ni un milímetro. Al estar frente a frente, Zoe le extendió la mano- Ten, quédatelo, así no llegas tarde antes del amanecer y te quemas como carbón de vampira- Mel tomo el reloj que ella le ofrecía mirándolo extrañada por la muestra de… ¿era amabilidad?. Al levantar la vista para darle las gracias, ella ya no estaba. Mel se puso el reloj mientras se acercaba al borde de la azotea para mirar hacia abajo a la multitud que comenzaba a repletar las calles dándole vida a la ciudad del pecado. Siempre miraba todo de lejos, deseando estar inmersa en esa masa única y fascinante pero siempre pasaba desapercibida, como si fuera una más de los inertes edificios. Si bien pertenecía a los aires ya que podía controlar ese elemento, abajo había algo que le interesaba y que había estado frecuentando por las últimas semanas a escondidas. La vida humana, algo simple pero que la deslumbraba. Si las demás supieran que se estaba mezclando con los humanos estaría en graves problemas ya que amenazaba con el bienestar de ellos y el suyo. Las sombras no dudarían en ocupar eso en su contra para destruirla. Por lo menos ahora tenía la escusa perfecta para realizar su nuevo y ultimo hobbie. En vez de desaparecer como lo habían hecho las demás, ella se acerco a la salida de la azotea para entrar al edificio y tomar el ascensor. Desde ese momento y para facilitar mejor su trabajo y su nueva vida secreta, era una humana mas, por lo menos para el resto de la ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario