Fan fic de novelas romanicas de vampiros constituida por 4 historias divididas en cuentos diferentes. Se advierte que puede tener contenido adulto (+18).
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miércoles, 30 de marzo de 2011

Capitulo 3

Capitulo 3:

Si no fuera porque un par de hombres entraron al baño, Dante hubiera estado más de dos horas tratando de convencerse que aquella chica era solo una más en la enorme ciudad de Darkmoon. Solo la había visto una vez y ya sentía que lo estaba volviendo loco… por ella. Convencido de que al mirarla nuevamente la vería como la extraña que era, salió en dirección a la barra a buscarse otra cerveza. A quien quería engañar. Necesitaba un whisky… doble… y ya. Se sentó en la barra tratando de evitar mirar hacia la pista de baile. Apretó sus manos en dos apretados puño buscando en lo más profundo de si, la fuerza necesaria para no flaquear. Cinco segundos. Solo eso bastó para derretir al hombre. Por sobre su hombro redirección su mirada a la pista de baile. Y genial. Justó miró a aquella chica, como si sus ojos ya supieran donde estaba, como si su alma persiguiera a la suya en busca de eso que tanto anhelaba. Todos sus esfuerzos para convencerse que era una mujer común y corriente fueron desechados a la basura. Ella no podía ser un ser normal. Joder si eso era normal todos los presentes en el bar eran simples hormigas insignificantes.

Por un momento olvidó al resto de la gente. Solo quedó ella y el. ¿Podía ser que una extraña le hiciera querer más de lo que siempre buscaba?. Esa silueta danzando libre sin timidez ni prejuicios le hacía responder esa pregunta. El problema, era que el sabia que pasaba cuando buscabas mas, algo más profundo y significativo. No podía darse el lujo de buscar eso, menos con alguien que no sabias ni su nombre.
Había buscado sexo anónimo por años, incluso había cambiado su nombre cuando la mujer en cuestión se lo había preguntado, pero ella era otro tipo de “desconocido”. No era una simple extraña. Estaba seguro que si supiera su nombre, su teléfono o su película favorita, seguiría siendo una extraña, alguien diferente y distante… inalcanzable. Si, esa era la palabra que la describía a la perfección. Ni en sueños tendría a alguien como ella en su vida. En parte porque no quería tener alguien tan valioso en su vida para luego perderlo y también porque sabía que había vendido su alma al mismo diablo, lo cual no lo hacía material para ser novio ideal precisamente.
Su mente volvió al patético y monótono mundo real cuando vio a aquella mujer dejar de bailar. Odiaba pensar en ella como solo aquella mujer. Necesitaba saber su nombre. Para su sorpresa ella salió corriendo del lugar por la puerta trasera luego de despedirse de Marie que aun bailaba y conversaba con ella. Su cuerpo y su poca alma pedían a gritos que no la dejara marchar. Sabía lo improbable que era volver a verla sin saber nada de ella. Pero su cuerpo no reaccionaba. Era como si estuviera clavado al piso ante la sensación de abandono. Mierda, ¿qué estaba pasando con él?. Tomó todas sus fuerzas junto con terminar de un sorbo su whisky y corrió en dirección a la salida. La chica era rápida pero sus ansias por ella eran aun más potentes. Solo iba un par de pasos detrás de ella y cuando logró alcanzarla ya estaba fuera, en el callejón semi iluminado que se usaba como salida para el personal. Solo podía ver su espalda, alejándose a paso firme pero agraciado y a la vez distraído. ¿Y ahora que decir?. Era un extraño para ella la cual no le había dedicado ni una sola mirada. Era la primera que lo hacía en años.

Cuando ella paró de golpe, su corazón dio un saltó que retumbó hasta en sus oídos. Ella lo había notado. Odiaba sentirse como un niño de 17 años frente a ella. La misteriosa mujer poco a poco se dio vuelta, aun con esa sonrisa tan cálida que hacía que su fría coraza de hielo duro e impenetrable fuera cediendo a ella. Solo unos 8 metros los separaban y ella se aseguro de ir disminuyendo la distancia paso a paso, aumentando el ritmo del corazón de Dante, casi divertida, como si supiera los estragos que estaba causando en el organismo de él. Ella era un imán que Dante no pudo resistir por más tiempo, así que comenzó a caminar hacia a ella, pero justo cuando estaba ya a unos 4 metros ella se detuvo frunciendo el ceño. ¿Cómo era posible que hasta así se viera más hermosa?. El se detuvo también pensando que su acercamiento la había asustado. Faltaron maldiciones para castigarse mentalmente por ser tan impaciente. Ella le dedico una sonrisa que él sabía que era un adiós. Era una mezcla de resignación y inocente diversión. No tuvo tiempo a reaccionar porque ella salió corriendo como alma que se la lleva el demonio.
Otra vez esa sensación de abandonó lo angustió. No pudo hacer otra cosa que correr detrás de ella. Pero al dar vuelta a la esquina del callejón ella ya no estaba. Paró en seco mirando para todos los lados, solo captando a una que otra persona. Joder. ¿Había sido todo un invento de su imaginación?. Inalcanzable. Había estado a apenas unos metros de ella pero no la había podido tocar. No entendía cómo pero esos metros se habían transformado en kilómetros, en ciudades, países. Una extraña sensación de calor recorrió su cuerpo, reconfortándolo. Por alguna razón se sentía menos vacio que al verla partir. En su interior sabia que la volvería a ver. Donde, cuando, no sabía, solo sabía que de alguna manera la vería de nuevo.

Resignado y a la vez más tranquilo volvía a la mesa donde estaban sus dos amigos tratando de buscarlo entre la multitud y haciendo vanos intentos por comunicarse con el por teléfono. Pero estaba tan inmerso en la sonrisa de esa misteriosa mujer que no se percató de nada excepto de sus propios pensamientos y el irregular latido de su corazón. Ambos lo miraron extrañados porque su amigo parecía alma en pena. Esta noche había estado actuando de una manera muy extraña, diferente al hombre controlado, compuesto y seguro que solían ver.

-Si pudieras verte en un espejo ahora – murmuro Marie que tenía su mamo en su mentón, de manera pensativa, observando a Dante como si fuera la primera vez que se detenía a verlo.

-Perdón la insistencia pero… ¿estás bien? – Diego tuvo que chasquear sus dedos en frente de él para que Dante les prestara atención. Estaba ido y eso no era algo que vieran todos los días. Sabían que sus pensamientos no eran algo que Dante prefiriera analizar tan profundamente.- Es por aquella chica ¿no?

El solo mencionarla hiso que Dante bajara de su nube. No entendía porque ella le afectaba tanto. Ya empezaba a creer que lo había embrujado con su sensual baile. Inmediatamente posó los ojos sobre su amigo. El si lo conocía bien, lo cual lo fastidiaba por momentos. Se apresuró a negar con la cabeza y volver a su pose de galán indignado. Como si una sola mujer fuera tanto para causarle un aneurisma. Pues, el ya estaba en coma hace un buen rato.

-Buenooo- dijo Marie alargando la palabra solo para fastidiarlo. Tenía en la frente un cartel que decía lo mucho que le había atraído la mujer, pero sabían a la perfección que él nunca admitiría más de lo que le convenía- Si no te interesa no te diré lo que averigüé de ella. Seguiremos hablando de eso después, Diego. No quiero hablar de algo que Dante no quiere escuchar.

Dante notó a la perfección que ambos estaban riéndose mudamente de él y de su comportamiento de macho orgulloso. Pero nunca le había parecido tan buen trato arriesgar su ego antes. Su mente se peleaba por saber más de ella. Alimentándose de por lo menos la escasa información que Marie pudo haber conseguido mientras bailaban. Soltó un largo suspiro de resignación anunciando su derrota.

-¿Tengo que arrodillarme a tus pies o hablaras como la buena amiga que eres sin pedir mi cabeza en el proceso?.

-Tu cabeza es muy valiosa en el mundo de la publicidad. Tu amigo Ignacio daría mucho por usarla como florero

-Ignacio pagaría más por mi aparato reproductor. Ya que él no tiene… - no pudo evitar burlarse de su “mejor enemigo”. El era uno de sus compañeros de trabajo y odiaba con todo su ser a Dante. Quien no lo odiaría si conseguía todo lo que Ignacio quería y sin mostrar ni una complicación. – Está bien dime que tengo que hacer para que me hables de ella.

-Una semana en tu casa del campo y sin que me preguntes con quien voy. Sé que me la prestarías de todos modos pero también sé que te encanta informarte de mi vida privada. - la reprimenda de Marie era con completo cariño. Dante la trataba como su hermana menor y la cuidaba más que cuidaba su propia vida. Se encargaba de eliminar de su lista de futuras conquistas a las mujeres que pudieran lastimarla. El era lo suficientemente masoquista como para ir por todas y sin discriminar, pero no quería esa mierda de vida para ella. Sabía a la perfección que había mucha gente sin escrúpulos dando vuelta por ahí y si le podía evitar la molestia a su amiga, lo haría.

-Está bien- dijo entre dientes. La idea no le gustaba mucho pero en este momento daría lo que fuera por escuchar lo que tenía que decirle- Esta vez ganas.

Ignoró el triunfo en los ojos de Marie y la sonrisa cómplice de Diego. Ambos terminarían por ablandarlo por completo. Marie se inclinó hacia el frente creando un ambiente más privado entre los tres a pesar de lo atestado que estaba el lugar. La música no era un problema ya que estaban acostumbrados a conversar con ese tipo de estruendo de fondo.

-Pues se que se llama Melanie y lamentablemente para mí no tiene mis mismos gustos- Dante repitió su nombre mil veces en su cabeza. Tenía memoria de un jodido genio pero el solo hecho de saber su nombre y repetirlo lo hiso sentir más cerca de ella.- Llegó hace poco a la ciudad, algo así como dos meses, por trabajo. Tiene 3 hermanas más con las que vive. Y ni pienses en acercarte a una de ellas. Por Dios, no puedes con cuatro. No seas mezquino.

-No te preocupes… no es a ninguna de sus hermanas a la que quiero- dijo con tal firmeza e inconsciencia que sus amigos abrieron los ojos como plato al mismo tiempo. Eso había sido raro para los tres. Dante, al percatarse de lo que dijo, aclaró su garganta- ¿Te dijo en donde o en que trabajaba?

-No- dijo Marie negando con la cabeza- No me dio tanta información. Solo me dijo que vendría aquí seguido. Supongo que le gustó el lugar.

Dante volvió a perderse en su fuero interno. Escuchaba a lo lejos que sus amigos hablaban pero él estaba en otro lado. Sus ojos azules estaban perdidos en la pista de baile, donde ella había estado hace unos pocos minutos. Esto no pudo haber sido coincidencia o si lo era, pues amaba las coincidencias. Tenía que volverla a ver, lo necesitaba. No le gustaba dejar las cosas inconclusas y esta no sería la excepción. Sabia donde encontrarla. Ella misma le había dejado una pista y sentía esa sensación, algo así como una premonición. Ella tenía que aparecer en su camino nuevamente, sino, el haría que pasara. Siempre hacia que las cosas pasaran y ella no se escaparía. Ninguna se escapaba de él.

-Tierra llamando a Dante - dijo Diego moviendo un poco a su amigo. Dante despertó de su transe. - Es hora de irnos. Mañana tienen que levantarse temprano y yo tengo que ir a ver lo de la reparación de mi auto.

-Había olvidado que tenemos que trabajar un día sábado. Todo gracias al señor ideas brillantes

-No lo culpes. Su cerebro funciona a carbón y esa fue la mejor idea que tuvo para competir conmigo- dijo Dante sin ni un interés por el hombre. Tenía otras cosas más interesantes en las que pensar que el hijo del diablo en persona.

Los tres se pararon casi sincronizados. Esta rutina ya la hacían desde casi cuatro años y la seguirían haciendo. Caminaron a la salida en dirección a los estacionamientos donde el auto de Dante los esperaba. La noche recién empezaba y grupos de personas se encaminaban a los diferentes bares del barrio estación, donde se localizaban la mayoría de los centros nocturnos y bares, mientras los tres amigos iban en dirección contraria. Al llegar al auto Marie y Diego se subieron. Dante miró una última vez hacia el bar. Ya tenía un punto de partida para encontrar a su mujer misteriosa y no dudaría en volver hasta tenerla entre sus manos.

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